El ocaso de los teatros en Bucaramanga
Cerca de 15 teatros que funcionaron como salas de cine desde los años 40 en Bucaramanga, se fueron acabando uno tras otro. Hoy no sobrevive ninguno. Los últimos en cerrarse fueron el Riviera y el Rosedal, en 2009. Así nacieron y así desaparecieron.
Cuando Omar Álvarez, el director del Teatro UIS empezó a ver cine en Bucaramanga en los años 60, siendo un muchachito, lo hacía en un teatro a pocas cuadras de su casa en el norte de la ciudad que se llamaba Colombia.
La boleta costada 2 pesos y tenía derecho a ver dos películas, una detrás de otra. Los jóvenes lo llamaban cine continuo y así lo promocionaban en los periódicos. Entraba a las 2 de la tarde y me podía estar sentado hasta las 11 de la noche si quería, recuerda.
El lugar quedaba justo sobre la carrera 15 con calle 20 y según Álvarez, ese teatro fue uno de los que nació siendo sala de cine, porque la gran mayoría fueron primero grandes teatros.
Mucho antes, entre los años 40 y 50, Augusto Schroeder, uno de los primeros realizadores de cine en Bucaramanga, dice que vio llegar al teatro Garnica el cine sonoro. Ese gran edificio ubicado en la carrera 17 entre calles 33 y 34, que se convirtió en uno de los teatros emblemáticos de la ciudad desde su fundación en 1923, fue plaza de toros, ring de boxeo, carpa de circo, tablado para ópera, zarzuela y teatro, y por supuesto, sala de cine. Su ocaso, como el de casi todos los teatros locales y a pesar de ser patrimonio de la ciudad, lo llevó a la demolición para darle paso a un centro comercial.
Mucho antes, entre los años 40 y 50, Augusto Schroeder, uno de los primeros realizadores de cine en Bucaramanga, dice que vio llegar al teatro Garnica el cine sonoro. Ese gran edificio ubicado en la carrera 17 entre calles 33 y 34, que se convirtió en uno de los teatros emblemáticos de la ciudad desde su fundación en 1923, fue plaza de toros, ring de boxeo, carpa de circo, tablado para ópera, zarzuela y teatro, y por supuesto, sala de cine. Su ocaso, como el de casi todos los teatros locales y a pesar de ser patrimonio de la ciudad, lo llevó a la demolición para darle paso a un centro comercial.
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